Todos ustedes, queridos lectores, conocerán a alguien entre 20 y 35 años que esté trabajando en una empresa como becario: yo soy una de ellas y mi mayor temor es jubilarme con un contrato de prácticas.
A menudo, cómo la mayoría de mis colegas de generación, rebusco entre las ofertas de trabajo que se encuentran en múltiples plataformas de Internet. La mayoría de veces acabo hastiada y frustrada después de mi búsqueda, aunque en mis días más cínicos puedo incluso reír al leer algunas ofertas de lo más surrealistas. Lo ejemplificaré con tan sólo una de ellas, pero no hace falta rebuscar mucho en la red para encontrar más casos: «Se requiere Jefe de Proyecto. Requisitos: Ingeniería Superior (Industrial, Telecomunicaciones, Minas…), Licenciatura en ADE, haber finalizado los estudios en los últimos tres años, Postgrado. Nivel: Becario / Prácticas». He aquí el esfuerzo despreciado, dos carreras, experiencia e incluso un posgrado no se merecen un contrato. Permitimos que alguien formado cobre entre 100 y 500 euros por realizar un trabajo de alto perfil. Y pueden hacerlo, en ésta y en muchas otras empresas.
La mayoría de mis amigos está en paro o con convenio de prácticas. Además ahora ya no hace falta ni estar matriculado en la Universidad para hacer convenios, se han creado webs que responden a la demanda de empresas que deciden explotar a jóvenes desesperados. Jóvenes sin derechos, a los que se les exige estudios, experiencia, idiomas y a los que a cambio se les ofrece «la experiencia de trabajar en una gran empresa» o de «dar a conocer su trabajo», pero no tienen un sueldo digno –en el caso de que tengan sueldo alguno–, ni reconocimiento, ni derechos laborales y cuando el convenio se acaba ni siquiera tienen derecho a paro sin importar cuántos convenios o cuánto tiempo lleven trabajando.
Estos jóvenes –y cada vez menos jóvenes– no vemos el final. Las empresas para las que trabajamos están encantadas con nosotros pero no nos contratan, vamos sumando experiencia a nuestro currículo, años trabajados, etc. pero como becarios y tememos que el ansiado contrato no llegue nunca. Algunos emigraremos y acabaremos de camareros en el extranjero, otros acabaremos de autónomos –la otra estafa laboral de moda– y puede que algunos sigamos como becarios a los 40 años, yo ya conozco a una chica que a sus 35 y con un hijo cobra 100€ al mes para hacer de becaria.
Nos dijeron que debíamos estudiar para poder tener un trabajo digno pero nos hemos encontrado en una sociedad en la que “sobramos” y ya parece que nos den trabajo como limosnas y ¡contentos deberíamos estar! ¿Es esta la sociedad en la que queremos vivir? Y más importante ¿cuál será el futuro de toda una generación convertida en los eternos becarios?